Una vida plena y abundante implica equilibrio, armonía, balance
Todas las dimensiones de nuestro ser
tienen valor e importancia: lo espiritual, lo material, lo emocional, lo
racional; de manera que, no es beneficioso desestimar ninguna de ellas, aunque
no todas requieran de la misma atención.
En este sentido, es fundamental aprender a darle el valor y la adecuada
atención a cada aspecto de nuestras vidas. Sin embargo, por lo general
dedicamos más tiempo, esfuerzo y recursos a algunas áreas que a otras, lo cual
no resultaría en ningún problema sino termináramos en el exceso o descuido
total de algunas de ellas. Es allí cuando el desequilibrio se convierte en
nuestra condena: ese empleo que debería proporcionar bienestar se transforma en
nuestro verdugo; esa relación que debería ser alegría se convierte en lágrimas;
aquel hobby que nos divierte termina en ataduras y vicios que destruyen todo.
La vida es equilibrio, si este se pierde se acaba todo
Es por eso que el sabio proverbista declaro que "todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo
del cielo tiene su hora" (Eclesiastés capitulo 3). Ciertamente hay
prioridades y cada quien, en función de múltiples factores endógenos
y exógenos, establece las suyas, pero cuando se sobrevalora o subestima alguna
de ellas entonces las cosas comienzan a marchar mal.
También es cierto que no es fácil lograr un equilibrio ni mucho menos
mantenerlo, pero es una tarea ineludible. No es fácil tener una dieta
balanceada, pero es vital para la salud. No es fácil lograr un balance
entre ingreso y egreso, pero es necesario para tener abundancia financiera. Es
harto difícil mantener el equilibrio entre trabajo y familia, pero si no se
quiere la destrucción de alguno de los dos e incluso de ambos, este debe
procurarse.
Todo tiene su medida, su momento, su lugar. Se vale llorar tanto como reír.
Abrazar como soltar. Descansar como trabajar. Amar como ser amados. Se vale
cuidar el alma como al cuerpo. El hogar como a la casa. El corazón como a la billetera.
Todo vale excepto el desbalance, el desequilibrio, el exceso. Por eso se vale
el enojo pero no el rencor, la tristeza pero no la depresión, la abundancia
pero no la codicia, la fe pero no el fanatismo.
La teoría de las tres "T"
Linda Duque (2007) no comparte en su libro “Trabajar
en Armonía y vivir a Plenitud” la teoría de las tres “T”. Es sumamente breve-
nos dice- y de sencilla aplicación. Te permite reconfirmar tus decisiones y alivianar
tus cargas, redistribuirlas; planificar; manejar escenarios viables; asumir el
pensamiento estratégico y potenciar valores:
- "Tómate Tu Tiempo" y respira profundo…
- "Tómate Tu Tiempo" y haz un alto… detente un instante y mira en derredor, con la lúcida intención de sopesar los pro y los contra.
- "Tómate Tu Tiempo" y bríndate un respiro. Obséquiate a ti mismo un momento de reflexión serena, de comunión con tu ser interno para seguir adelante en tu travesía vital por los diversos escenarios familiares, sociales, estudiantiles y profesionales.
- "Tómate Tu Tiempo" y pregúntate ¿este es esto lo que verdaderamente quiero y me conviene? ¿Estoy cumpliendo con mi vocación y expectativas de vida?
- "Tómate Tu Tiempo" antes de tomar decisiones.
- "Tómate Tu Tiempo" antes de convertir tus ideas en acciones.
¿Cómo poner en práctica el equilibrio?
Duque no comparte una serie de consejos que nos
ayudaran a lograr y disfrutar de los beneficios del equilibrio, entre los
cuales están:
- Mantener bien calibrada la balanza de nuestras emociones mediante la objetividad de nuestros juicios y pareceres.
- Estabilizando el temperamento y restringiendo los picos e nuestros estados de ánimo.
- Ejerciendo la calma interna; la ponderación en las decisiones; la mesura en la acción; el orden en los afectos.
Beneficios de una vida balanceada
- Te ayuda a mantenerte firme ante la adversidad.
- Te ayuda en el desarrollo armónica de tu personalidad.
- Te ayuda a tomar decisiones mesuradas.
- Te ayuda a ejercer adecuadamente cada uno de tus roles.
- Te ayuda a vivir en paz contigo mismo y tu entorno.
Una persona equilibrada “emana una percepción
generalizada de confianza y respeto a escala fisiológica, espiritual e intelectual”.
En Eclesiastés 7:16 el sabio escritor nos
aconseja diciendo: No seas demasiado justo, ni seas sabio en exceso. ¿Por
qué has de destruirte?
Así que tengamos la sensatez de conocernos a nosotros mismos y la humildad
necesaria para encaminar nuestros pasos por la senda del equilibrio una y otra
vez... ¿por qué habríamos de destruirnos si siempre podemos ser mejores y más
felices?
DANIEL GUTIERREZ
tw @dags76_
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