Rescatados, Transformados y Vencedores por medio de su AMOR
No hay nada más distintivo en Jesucristo: todo lo que hizo, lo hizo con y por amor. Su vida y pasión no se pueden explicar de otra manera; cada gesto, cada palabra, mirada y milagro manifestaban sólo una cosa: su infinito amor por la humanidad. Por ti y por mi. Un amor que aún sigue tan vigente y disponible hoy como antes.
Al respecto el Apóstol Pablo en su epístola a los romanos dice:
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 8:35-38)
Jesús vino al mundo por amor; enseñó, predicó, sanó a los enfermos de diversas enfermedades e hizo bien a todos por un solo motivo: los amaba (y nos ama) más que a su propia vida, la cual entregó por todos nosotros. Su pasión y muerte son prueba suficiente de ello. Sin embargo, lo que mejor habla de esto es su resurrección; ¡Jesús vive y su amor sigue siendo tan auténtico e inmenso como siempre!
El amor de Dios es tan real como el aire que respiras. Como el sol que te abriga en la mañana y te infunde calor. Como cada latido de tu corazón
Por lo tanto, una relación con Jesús no es sólo un asunto de fe, sino de un profundo, anchísimo, altísimo e inagotable amor. UN AMOR TRANSFORMADOR Y SANADOR. Un romance personal, puro, voluntario y espontáneo; lleno de fidelidad (el señor siempre es fiel a su pacto y palabras) de santidad y justicia, inclusivo y redentor. Una entrega total y sin reservas.
Ningún otro rasgo podría definir mejor la vida de un cristiano auténtico; nada podría hablar mejor de Cristo en la vida de un creyente que esta clase de amor
Si seguir a Jesucristo es vivir a su estilo, entonces la vida cristiana es una vida de amor. En consecuencia, un verdadero cristiano es quien, como Jesús, se distingue por su capacidad de amar. Esto es, manifestar en su vida el amor de Dios, derramado por el Espíritu en su corazón. No hay camino más excelente (1 Corintios 12.31) ni necesidad tan imperiosa para el mundo de hoy que una vida de amor al estilo de Jesús.
Autor: Daniel Gutiérrez
tw @dags76_
⇓Dale clic y compártelo⇓

