Cómo DAR para RECIBIR [El secreto de la abundancia]

Uno de los principios bíblicos es el dar, conocido también como la ley de la siembra y la cosecha o de la reciprocidad 

siembra y cosecha

DIOS DESEA PROSPERAR A SUS HIJOS

Dios es amor y es su deseo bendecirnos y prosperarnos; así lo ha expresado a través de sus promesas de vida en abundancia (Juan 10.10). El apóstol Juan expresa este propósito divino al declarar:

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. (3 Juan 2)


Ésta es una realidad establecida y confirmada en la palabra de Dios. Él nos ha hecho sus hijos (Juan.1.12), por ende, herederos suyos y coherederos juntamente con Cristo, en quien podemos tener todas las cosas que pidamos, siempre y cuando nos mantengamos en su palabra. (Juan 15.7)


LA OBEDIENCIA A LA PALABRA DE DIOS


La palabra de Dios es su expresa voluntad. Ella es viva, eficaz, eterna (Hebreos 4.12/Mateo.24.35) y nunca vuelve vacía sino que cumple el propósito por el cual ha sido enviada. (Isaías 55.11)


En su palabra encontramos sus promesas, pero también sus exigencias. La palabra enseña que nuestro Padre celestial nos quiere bendecir, a la vez que nos plantea los requerimientos necesarios para que esto se produzca. Es decir, Dios determina no sólo bendecirnos y prosperarnos, sino también la manera de hacerlo; y esto es mediante el conocimiento, obediencia y aplicación de los principios bíblicos que rigen la dinámica del reino al cual pertenecemos. (Mateo 6.33)


DAR PARA RECIBIR ES UN PRINCIPIO BÍBLICO


La Biblia dice en Lucas 6.38 dad y se os dará, también en el libro del profeta Malaquías capítulo 2 verso 10 el Señor expresa:

“traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.


Es así como el Señor lo ha establecido, y si obedecemos su voz y ponemos en práctica estos principios y/o leyes espirituales, las bendiciones nos seguirán y nos alcanzarán. (Deuteronomio 28.1, 2)


De esta forma podemos notar que dar es un principio bien definido y claramente establecido en la palabra, y que su aplicación producirá en nuestras vidas los resultados que Dios ha prometido.


En Malaquías notamos que dar a la obra del señor no sólo es un principio, sino que se hace un desafío que nos traerá sobreabundancia. En Lucas 6.38 Jesús nos dice que luego de dar recibiremos “medida buena, apretada, remecida y rebosando...” Así que la aplicación de la ley de la siembra y la cosecha es igual a productividad y abundancia.


CÓMO DAR PARA RECIBIR


No obstante, hay algunos aspectos que deben conocerse y manejarse para que la aplicación de esta ley no pase a ser un tropiezo para nuestra fe y comunión entre los santos. Desconocer cómo funciona realmente, podría generar frustración, malestar y decepción en la vida de los creyentes. Algunos de estos aspectos son:

  • Siempre que damos algo material (dinero o bienes) o espiritual (amor, paz, consuelo, esperanza) estamos activando la ley de la siembra y la cosecha. En tal sentido, todo lo que damos, intencionalmente o no, es una semilla. (Gálatas 6.7)
  • La ley de la siembra y la cosecha o de la reciprocidad es universal, y por tanto, se aplica a todos y en todo. (Gálatas 6.7-10)
  • Al dar o sembrar debemos hacerlo con fe, amor y obediencia. No se puede comprar a Dios con el dinero; Él mira la intención en nuestro corazón. Si no hay obediencia (1 Samuel 15.22) fe (Hebreos 11.6) y amor (1 Corintios 13.3) nuestra semilla no será agradable delante de Él.
  • Asumir el dar con un enfoque mercantilista es un error y hasta un pecado. El propósito bíblico de dar es bendecir y con ello ser bendecidos (2 Corintios 8.14). Las personas pueden trabajar por cualquier cantidad de dinero y obtenerlo, inclusive, podrían ganarlo por medios perversos, pero el amor, la paz, la felicidad y el favor de Dios sólo se obtienen dándolos, y más aún, dándonos a los demás.
  • Dios ama al dador alegre, cuando damos por necesidad, obligación, interés o con tristeza el señor no se agrada. (2 Corintios 9.7)
  • La siembra y cosecha no es magia. Es un proceso que se complementa con nuestro trabajo (proverbios 22.29) y con una sana mayordomía (buena administración) de nuestros recursos. Dar sabiamente implica una buena administración de lo que somos, tenemos y recibiremos producto de nuestro esfuerzo. (Josué 1.9)


No podemos acercarnos a Dios obviando los patrones y principios de su reino. No podemos pretender alcanzar sus promesas ignorando los requisitos fundamentales para que éstas se cumplan. Es necesario emprender la aventura de sumergirnos en su palabra para obedecerla y ponerla por obra (Salmo 1) y así experimentar las riquezas de su gracia en Cristo Jesús. Echemos manos de los recursos que ha puesto a nuestra disposición y emprendamos el camino hacia la victoria; a Dios sea toda la gloria. Amen


Este post es un extracto del ebook  "Poder para hacer riquezas" de la asociación civil para vivir a plenitud.


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